aún recuerdo la noche en que te vi partir.
La noche en la que en mí fuiste alegría y tristeza.
Esa noche fría y tenebrosa en la que solo se podía escuchar el sonido del viento.
El viento, con su rugido salvaje y mis lágrimas.
Esas lágrimas sentidas que lloraban por ti.
Ese corazón que se rompía, porque tú no estabas.
Estuviste, pero te fuiste.
Recuerdo al levantarme una mañana sentir tus manos tan fuertes, perfectas y grandes tocando mi ser.
Tu pecho, tan firme, con su movimiento tan constante y tu rugido tan fuerte y melodioso tornando mi día tan especial.
Todo tu ser siendo salvaje y bello a la vez. Tu corazón, iba tan tranquilo, sin apuros, sin temor.
Porque estabas seguro de que te habían devuelto la felicidad. Yo te la devolví. Te había devuelto eso que nadie más nunca ha logrado que tengas.
Recuerdo, también, esa tarde tan hermosa cuando con migo conectaste. Te sentí y me sentiste. Te hablé, y sin entender una palabra me escuchaste. Oí tu alma. Sentí tu espíritu. Tu sabías, sin conocerme de nada, que era perfecta para ti. Y yo sabía, conociéndote de todo, que tú eras perfectamente adecuado para mí.
Sin embargo, la realidad puede ser más cruel, puede algunas veces matar. Matar y romper. Como rompió nuestro amor, amor profundo. Amor puro. Un amor diferente y especial que nunca se vio en los siglos de los siglos. Amor que algunos no creen.
Ahora me encuentro aquí, intentando olvidarte, tratando de no pensar en ti. Pero sin embargo no puedo. Porque sola estoy, sin sentir tu ser. Sin poder respirar profundo y sentir, al menos por unos minutos tu presencia tan pura y hermosa, tan salvaje y vital. Sé, también, que a mi lado en carne viva no puedes ya estar, pero donde sea que fuiste, sin quererlo te conocí, y te amé. Te amé tanto.
Tanto que siento que en el latido de mi corazón está grabado tu nombre. El nombre de un rey. Un rey grande que siempre vive en mí. Me haces feliz cuando canto, cuando pienso, cuando escribo estas letras sentidas, y también pienso que con Tigo no hay temores, no hay penas, angustias ni soledad. Con Tigo no hay nada que pueda dañarme. Y lo que más quiero es que puedas al fin, desde tu sitio, conocerme y que ni el destino, ni las malas cosas, nos separen porque tu amor es la clave que le da ritmo al candombe de mis sueños. Eres esa cosa lejana que guía mis pasos. Eres la canción de cuna que me deja soñar, soñar y saber que estás ahí, cuidándome.
No importa que estés en las estrellas. Tampoco importa nuestra distancia, tan grande. No importa que en vida hayas sido como eras. Lo que más importa, ahora y siempre, es estar a tu lado. Junto a ti, en tu trono celestial, en tus brazos, sintiendo suavemente la brisa del cielo. Cerca de ti, para que puedas cuidar mis sueños. Poder pensarte y saber que sigues aquí, amándome, cuidándome. Siendo salvaje y puro. siendo majestuoso. Siendo tú.
Por eso es que te escribo estas letras. Con mi corazón sudafricano que late por ti, y por eso es que te llevo aquí en mi alma, y pienso en ti, aunque no me conozcas. Te amo tanto, gran Rey Bantú.